miércoles, 7 de enero de 2009

capitulo 1. Los tarros de cristal


Todo empezó como día normal en Rosaleda. Yo desayunaba con mis dos hermanas pequeñas cereales con leche. De repente llamaron a la puerta de nuestra azucena.
-¿Quién es?-pregunté abriendo la puerta.
-Vendo tarros de colores-dijo una vieja hada- Tres por el precio de uno.
-¿Qué os parece, chicas?-pregunté cogiendo el tarro con dibujos de rosas moradas y enseñándosele a mis hermanas, segundos antes de que se abalanzaban sobre mí para coger cada una un tarro.
Cuando conseguí librarme de las dos, me fijé más en el aspecto de la anciana, tenía el pelo blanco y no parecía tener alas, aunque no pude ver más por que llevaba una gran capa negra que le tapaba todo el cuerpo, a pesar de que según la regla nº 7 a cada hada se le asigna un color al nacer y no puede vestir con otro y mucho menos de oscuro hasta que renuncia a sus poderes.
Dehay, la mediana de las tres, cogió un tarro con dibujos de llamas rosas y Roci la menor un tarro azulado con pequeñas olas, me di cuenta de que había que pagarlos y en seguida subí volando a por el monedero, bajé sin que mis hermanas se dieran cuenta de que me había ido -estaban como absorbidas por el encanto de los tarros.- y me acerqué a la puerta sin mirar de frente, alcé la vista y allí no había nadie, la vieja hada no estaba. En cambio los tarros seguían en nuestra posesión así que dejé mi tarro encima de la mesa del comedor y comprobé que -como siempre- habían dejado el desayuno tirado, pero en vez de gritarlas enfadada las dije:
-Recoged el desayuno inmediatamente después vestiros, tenemos algo que hacer hoy.
Mis hermanas ignoraron lo primero y subieron a vestirse, así que como todos los días de mis 12 siglos de vida me tocó recoger.
Mis hermanas llegaron antes de lo esperado. La primera en bajar fue Dehay, con un precioso vestido rosa, una diadema a juego y un collar negro con una llama.
-¿Carines donde esta?...-comenzó a decir- ¡aja!
Se abalanzo sobre la mesilla de la entrada y se colocó un cinto negro con una estrella rosa. No sin antes tirar el perchero, según ella "sin querer".
-perfecto-dijo mirándome, se giro para mirar al perchero caído sin intención alguna de recogerlo- nunca me ha gustado, lo podemos dejar así.
Yo sonreí con la típica cara que pongo cuando se niega a hacer algo que ni siquiera la he pedido.
Por fin, bajo Roci con un precioso vestido más corto que el mío y que el de Dehay, más juvenil, con una pizca de encanto y toneladas de azul la "hechizaba" según decía ella.
-¿Nos vamos? -pregunto Dehay
-Por supuesto -dije- tenemos que encontrar a esa misteriosa hada.
-¿Habrán empezado a adornar las calles para la fiesta de la Alareda?- pregunto Roci entusiasmada- me encanta cuando todo se llena de color.
Salimos a la calle y comprobamos –para alegría de Roci- que sí habían comenzado con los preparativos para la fiesta de la Alareda. Por si no lo sabéis la Alareda es una fiesta que se celebra el 31 de abril que es, cuando en nuestro mundo comienza la primavera, dura todo el mes de mayo. Los espectáculos para hadys -hadas muy jóvenes que casi no saben volar- eran –como el propio nombre dice- espectaculares; había cantantes, un circo y una feria. Mientras me sumergía en mis recuerdos de la infancia, él hada Sabia nos asaltó sacándome de mi ensoñación.
-¿Que hacen tres Jóvenes hadas paseando tan pronto?- preguntó.